Una Vida de Insatisfacción

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Muchas personas sienten una presión excesiva a la hora de encaminarse en la vida. Alguien que se agobia porque piensa que a los 25 años ya debería tener un trabajo estable, llevar un par de años con una pareja y estar ahorrando para comprarse su primera casa (o piso). Evidentemente, para la mayoría de los casos esto sería una situación ideal y, si ese es tu objetivo, deberías poner tu granito de arena cada día para poder ir construyendo ese futuro, pero la parte negativa de la que quiero hablar (que es la que nos hace daño y se pone en nuestra contra) no solo no ayuda en ese sentido sino que nos pone palos en las ruedas a la hora de conseguir nuestros objetivos.

Para empezar, es fruto de un contexto social y económico que no es el que tenemos ahora en la mayor parte del mundo, por lo que pretender imitarlo con las condiciones actuales es mucho más complicado. En el momento en el que la generación “boomer” tenía aproximadamente 25 años si era más sencillo conseguir todo estos logros, pues ese contexto de crecimiento internacional después de las guerras así lo permitía. En muchos casos son esas personas las que intentan legar este modelo a sus hijos sin percatarse de las enormes diferencias de circunstancia.

Por otro lado, para mi la razón más importante, es que en la vida hay que trabajar, por supuesto que sí y además muy duro, pero nunca se puede perder de vista que el único propósito real de esta vida es vivirla. Tener aficiones y practicarlas, construir amistades y crear recuerdos juntos, cuidar a la familia y pasar tiempo de calidad con ellos. Hay casos en los que la gente se obsesiona demasiado con el trabajo, pasan jornadas enteras haciendo méritos y tratando de ser los mejores, sacrificando todo lo que sea necesario para conseguirlo. Todo. Se me viene a la cabeza la serie “Suits” en la que el personaje principal vive exclusivamente para su trabajo, ser el mejor en ello y ganar mucho dinero, pero aquí viene la pregunta fundamental: ¿para qué quieres dinero si no lo utilizas para vivir?

A este respecto se me viene a la mente una historia que se cuenta en mi isla (Fuerteventura) sobre un campesino de la zona, que vivió hace unas cuantas décadas.

Resulta que el señor era un humilde campesino que únicamente tenía una pequeña casa con unos terrenos adyacentes en los que tenía un huerto y unas pocas cabezas de ganado, que le alcanzaba apenas para dar alimento a él y a su familia. Con mucho trabajo por su parte y grandes privaciones fue ahorrando dinero poco a poco hasta que pudo comprar otra finca más grande en la que empezar a cultivar papas y venderlas. Repitió el proceso varias veces a lo largo de muchos años en los que nunca hizo dispendio alguno del dinero que iba ganando. Todo lo que ganaba lo ahorraba o invertía en más terrenos y ganado. Fue escalando el negocio (con una pericia innegable) hasta que consiguió amasar una fortuna respetable y una gran cantidad de fincas productivas, pero poco tiempo después murió de viejo. 

Pasó toda su vida entre fatigas y trabajos para ganar mucho dinero para al final morir sin tener oportunidad de disfrutarlo. Para colmo de males, su hija no quería tener nada que ver con los negocios de su padre, por lo que vendió todas las propiedades y donó una buena parte de la fortuna a la iglesia.

Con esta historia real (y muchísimas más, pues todos conocemos algún caso así) quiero que nos demos cuenta de que, como suele ser habitual, es necesario establecer un equilibrio. Ni ser un holgazán ni un obseso del trabajo y del dinero. Ten un trabajo, esfuérzate y procura ganar dinero suficiente para vivir dignamente, pero tampoco olvidemos que vida solamente tenemos una, y es demasiado bella para pasarla entre tristezas por no estar donde “se supone que deberías estar” o por estar cegado por el dinero y las riquezas.

Relájate un poco, no pises tan a fondo el acelerador, pues la vida es una carretera que no avisa cuando va a terminar. También dicen por ahí: la llama más brillante es la que arde más rápido.